Ana Lomidze

“Muchas veces, las personas no creen que sea posible hacer algo acerca de este conflicto ni que una joven de mi edad pueda hacerlo. Yo creo que siempre se puede hacer algo, a cualquier edad”.

Ana Lomidze tiene 22 años y se preocupa mucho por la paz, la seguridad de las personas y la protección del sustento de su comunidad. Vivía una vida idílica en el pueblo de Chorchana, a 140 kilómetros de la ciudad capital de Tiflis, hasta que se desató el conflicto entre Rusia y Georgia en 2008. Se creó una nueva frontera administrativa que cortó el acceso a recursos necesarios.

“Recuerdo haber tenido que huir del pueblo mientras los soldados rusos se acercaban”, comparte Ana. “Debimos buscar refugio, siempre a pie. Pasamos de un hogar a otro hasta que encontramos un lugar donde quedarnos. Teníamos tanto miedo”.

Con el tiempo, tras el cese al fuego, Ana y su familia regresaron a Chorchana, pero el conflicto había dejado huellas. Fuerzas armadas rusas y surosetias patrullan atentamente la frontera administrativa, donde se denuncian secuestros con frecuencia. Además, el pueblo ha perdido acceso a los recursos forestales de los cuales dependían sus habitantes.

“Chorchana es un pueblo muy pequeño. Las personas han comenzado a irse por causa del conflicto y sus repercusiones. No es seguro, y las condiciones de vida son muy malas”, afirma Ana. “Eso me motivó a trabajar para suplir las necesidades del pueblo. Tenía que hacer algo para que fuera posible que se quedaran. De otra forma, el pueblo desaparecerá”.

Ana comenzó creando espacios de diálogo con las mujeres de su comunidad para debatir asuntos que las afectan, como las cuestiones de seguridad relacionadas con la frontera administrativa, los déficits respecto de la infraestructura, el acceso a servicios básicos y las necesidades económicas.

“Nos reunimos en la casa de una de nosotras para debatir problemáticas actuales del pueblo y tratar de pensar soluciones en conjunto. Luego, nos ponemos objetivos y tratamos de cumplirlos”, explica Ana. Ella actúa como mediadora entre las mujeres de Chorchana y el gobierno local y central.

Gracias a su activismo, Ana logró que reparasen la carretera del pueblo y que mejorasen la señal y la cobertura de telefonía celular. Quiere hacer mucho más y crear oportunidades para las y los jóvenes de su comunidad.

“La generación de nuestra madres y nuestros padres no conocía sus propios derechos. Mi generación... Nosotras y nosotros los conocemos y no queremos perderlos. Queremos luchar por nuestros derechos”.